domingo, 20 de septiembre de 2020

CAPÍTULO 2

Vannesa sigue su camino por las calles de la ciudad atrayendo las miradas de los hombres que giran la cabeza ante tan hermosa mujer. 
Cerca de allí, Joey aparca su vehículo, retira el velo del parabrisas y se lo guarda en el bolsillo de su chaqueta. Tal vez la persona que lo ha perdido se de cuenta que él lo tiene y pueda devolvérselo en algún momento, aunque es muy poco probable. Aún tiene algo de tiempo antes de ver a sus compañeros de banda y se dirige a una cafetería en la que suele tomar algo cuando sus compromisos profesionales se lo permiten. Allí conoció a la que será en breve su exmujer de manera oficial. 
Sí, él hizo locuras en su juventud. Por aquel entonces era joven, famoso y rico, además de un poco inmaduro aunque nunca una mala persona. Jamás engañó a nadie. 
Las chicas con las que ha estado sabían a que atenerse con él, les dejaba las cosas claras. No tenía compromiso serio con nadie, de modo que era libre de estar con quien le apeteciera. 
Cuando se enamoró de la mujer que se convirtió en su esposa y ella le comunicó que iban a ser padres, Joey le pidió matrimonio pues quería que su hijo naciera dentro de un matrimonio legal. Pero todo era falso, esa mujer le engañó, le hizo creer que tendrían un hijo. 
Era mentira. 
Esa niña no es biológicamente suya y se ha enterado cuando la joven ya tiene veinte años, aunque para él siempre será su hija porque la crió como tal desde que estaba en el vientre de su esposa, a pesar de que su primo, uno de los primos de Joey, sea el padre biológico de la muchacha. 
Eso es algo que tardará en perdonar a ambos, eso si los perdona. Todavía es pronto para saberlo.
El intérprete atiende de nuevo a gente que le pide fotos y autógrafos.  Después entra en la cafetería, y saluda con la mano al dueño del local, que se halla presente ese día en su negocio. 
—¿Lo de siempre, Joey? —le pregunta el dueño del establecimiento al artista. —¿Café con leche? 
—No. Esta vez café solo sin azúcar. —responde el cantante en ese momento. 
—¿Y ese cambio, amigo? —se sorprende el dueño del bar. —Llevas años tomando café con leche con un sobre de azúcar. —le recuerda el hombre. 
—No sé.  Hoy necesito un cambio. Necesito...algo nuevo. —responde el sueco encaminándose hacia la mesa que suele ocupar cada vez que toma algo en aquel establecimiento. 
En esta ocasión hay una mujer en ella. Una dama hermosa, de piel ligeramente oscura, cabello largo, ondulado y discreto color rubio. Y vestida de negro de arriba abajo. 
«¿Por qué una mujer tan bonita viste de forma tan oscura?» —piensa el cantante. —Disculpa. —se dirige a la mujer. —¿Te importa si me siento aquí?
—Tú mismo. Es un mundo libre. —responde ella con desgana, sin prestarle mucha atención al atractivo hombre que tiene ante si. 
El intérprete se sienta frente a ella mirándola en silencio logrando hacerla sentir incómoda. 
—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —pregunta ella. 
—¿Por qué no hacerlo? Soy un enamorado de la belleza. —responde él quitándose la chaqueta esperando por su café.
—Entiendo. Eres uno de esos. —le dice ella tomando un sorbo de su café. 
Café solo. Lo mismo que ha pedido él. 
—¿Uno de esos? —se sorprende el cantante que no entiende de que está hablando. 
—De los que dicen cosas bonitas a una mujer solo para llevársela a la cama, —responde la mujer de cabello largo. —aunque no lo piensen y solo lo hagan para tener un rato de sexo. 
—¿Y por qué iba a decirle a una mujer que es bonita si no lo es? ¿Solo para llevármela a la cama? No es mi estilo. Las mujeres, sin embargo, sí usan tretas para lograr lo que quieren de un hombre. 
—¿Tretas? —dice ella enarcando una ceja mirando esta vez al cantante. —Las mujeres no somos todas iguales. —responde ella molesta. 
—Los hombres tampoco. Esta es una conversación absurda, ni siquiera nos conocemos. Además fuiste tú quién empezó este desfile de reproches.
Ella evita responder pues en el fondo él tiene razón. 
Cuando el camarero lleva su café a Joey este le da las gracias y comienza a beberlo mirando de vez en cuando a su compañera de mesa. 
Durante unos minutos se produce un silencio incómodo entre ambos. Silencio que parece más el de una pareja que ha discutido que el silencio de dos personas que se acaban de conocer. 
—Creo que me pasé un poco al hablarte así. Discúlpame. —se disculpa el cantante levantándose de la mesa. —Buscaré otro sitio donde sentarme, así no te molesto más. 
—Yo tampoco he sido muy amable contigo. Perdóname. —se disculpa ella en esta ocasión. —No es necesario que me pidas perdón. Yo fui quien empezó todo esto. Lo lamento. Mi experiencia con vosotros en los últimos años ha sido de todo menos positiva. Supongo que eso me ha hecho estar en guardia. No te vayas por mi culpa.  Soy yo quien se marcha. —responde ella levantándose. 
Él la sonríe. 
—No te vayas, ¡por favor! —le pide el músico agarrando su mano con suavidad. 
Ella se da cuenta en ese momento y ambos se miran las manos agarradas. 


CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 1
—Muy bien, señor Larsson acaba de firmar usted el último papel que faltaba para que su divorcio de la Señora Smith sea oficial. —le dice un abogado a su cliente, el famoso cantante Joey Tempest.
—Esto tendría que haberse producido mucho antes. —responde el intérprete. —De hecho creo que este matrimonio nunca debió existir y ambos lo sabemos. —dice el intérprete evitando mirar a la que dentro de muy poco tiempo será su ex mujer.
—¿Es qué nunca me vas a perdonar? Tú también has cometido errores. —le reprocha ella.
—Sí. Te fui infiel y no me siento orgulloso de ello, pero lo hice porque estaba furioso y quería desquitarme de lo que tú me hiciste. Me has tenido engañado durante más de veinte años. ¿Y para qué, para asegurarte que estaba a tu lado? No te hubiera hecho falta, yo te amaba y hubiera cumplido con mi responsabilidad, pero no. Tuviste que recurrir al truco más viejo del mundo para cazarme. Siempre apoyaré a las mujeres porque son valiosas, pero por desgracia, algunas, al igual que algunos hombres, con sus acciones perjudican al resto de su género. No te preocupes, aunque ella no sea mi hija biológica la seguiré tratando como hasta ahora pues como a una hija la crié y mi amor de padre no va a cambiar, pero quiero estar desligado de ti para siempre. No fue solo la mentira de hacerme creer que ibas a tener un hijo mío para acelerar nuestro matrimonio, además te enredaste con uno de mis primos y eso no creo que te lo pueda perdonar. Con la de hombres que hay en el mundo te metiste con mi familia. —le reprocha él.
—¡Eres un imbécil! Él tuvo tanta culpa como yo. —dice ella furiosa.
El cantante se levanta sin mirarla y le dice una última cosa.
—Te quiero lejos de mi vida y si por casualidad se te pasa por la cabeza tratar de reconquistarme yo que tú me lo pensaría dos veces. Lo que sentí por ti murió hace mucho y no se puede resucitar lo que no está vivo.
Lejos de allí, casi al otro lado de la ciudad, Vanessa Williams abandona el camposanto con su cuñada después de darle el último adiós a su marido. 
—Muchas gracias por cuidar de mi hermano hasta su final. Es algo que mi familia no vamos a olvidar jamás. Lamentamos muchísimo el daño que te hicimos al principio de vuestra relación por el color de tu piel. Fuimos injustos. Gracias a ti aprendemos lo absurdo que es juzgar por la raza a alguien. Sé que te hizo daño y te arrebató la posibilidad de ser madre al hacerte creer que no podías tener hijos cuando en realidad era él quien no podía. Lo que te hizo fue muy cruel, y por suerte el médico que participó en su engaño ya está pagando por ello. Mi hermano no era una buena persona y sí muy egoísta, aunque le queríamos a pesar de todo. Fuiste muy generosa por permanecer a su lado cuando enfermó a pesar de lo que ya sabías que te había hecho. Tienes un gran corazón. —le dice su cuñada abrazándola con cariño. —Pero creo que ya es hora que salgamos de tu vida. Espero que pronto encuentres a esa persona que te merece. No hace falta que sea perfecto solo que te ame de verdad y te trate con el amor, la honestidad y la ternura que Edgard no te trató. —se sincera la mujer de cabellos rojos y piel clara con la mujer que tiene frente a si. —En nuestra familia siempre tendrás un lugar especial. —se sincera la dama. 
Luego toca la ropa enlutada de la viuda de su hermano. 
—Quítate el luto. Mi hermano no se lo merecía y ya hiciste demasiado por él. —le pide la pelirroja abrazándola una vez más.
Luego la mujer de cabellos rojos se aleja de la mujer de su hermano y le dice adiós con la mano.
La viuda se encamina hacia la tumba donde descansa su marido.
—Descansa en paz, Edgard. Esta será la última vez que nos veamos. —dice la mujer marchándose minutos después.
Joey Tempest y su abogado salen del despacho de abogados donde el cantante ha estampado la última firma del acta de divorcio y al salir del edificio cada uno toma un rumbo diferente. 
El artista firma autógrafos a algunas personas que le abordan al salir del edificio y minutos después sube a su automóvil para acudir al lugar donde ha quedado con su banda para preparar su nuevo disco. La banda se halla en Los Ángeles, California.
El intérprete conduce su coche por las calles de la ciudad en la que vive desde hace años y pone uno de los discos de la banda en el reproductor del coche. En el instante en que el sueco canta el título de la canción New Love In Town, las puertas de un autobús se abren y de su interior desciende una hermosa mujer vestida de negro que se quita el velo negro que lleva sobre la cabeza. En ese momento se siente liberada. 
Su largo cabello se mueve un momento mecido por un viento suave que hay en la ciudad desde hace un rato. El velo vuela por el aire ayudado por el viento y termina quedando atrapado en el parabrisas del automóvil de Joey.